sábado, 10 de noviembre de 2012

Dolce Vita (Coslada)

Día 29, ¿os habeís dado cuenta de la cantidad de parejas que comienzan un 29? Pues así empieza nuestra visita a este restaurante de comida mediterránea con un toque novedoso. Por nuestro aniversario decidimos probar algo nuevo y decidimos este restaurante que lo podéis encontrar en la localidad de Coslada (Madrid)  calle Venezuela nº1. 
Optamos por cenar allí con reserva previa. La verdad que no hizo falta ya que teníamos el local para nosotros solos. 
El lugar está bien acondicionado salvo por las vistas de fuera que dan a un polideportivo. Bonito el detalle de poner rosas en las mesas, muy romántico. También es destacable la presencia de dos botes de colonia que resultaron ser aceite y vinagre. 
Intentamos hacer una cena especial así que cogimos el "menú a la carta" (25 euros) en el cual puedes elegir en la carta los platos con un asterisco. La variedad era bastante buena. 

Comenzamos con un pastel de cabracho que resultó muy agradable, sabor muy suave y mucha cantidad. 

Probamos también como entrante unas croquetas en salsa de piquillo que llevaban cebolla hilada por encima. Yo no soy muy de croquetas pero a ella le encantaron. Bastante sorprendentes
Llegaron los platos principales, ella se decantó por un solomillo de cerdo en salsa de mostaza relleno de paté, la verdad que el paté sobraba un poco porque el plato en sí era bastante consistente, además iba acompañado por patatas panaderas, riquísimas. 


Yo me decanté por las tiras (lardones) de solomillo de buey al roquefort acompañado por una especie de patatas fritas la mitad de ellas tintadas de rojo simulando pétalos de rosa. La presentación muy buena, mucha cantidad y el sabor estupendo. 


Tras esto acabamos llenos, no muy recomendable comer tanto en una cena. Pero bueno, unos postres ayudan a digerir la carne. 
Este menú te daba la posibilidad de elegir todos los postres de la carta. Ella escogió la crema de limón con frutas del bosque (gran amante de las dichosas frutas rojas y encima alérgica a la lactosa) y yo una bomba de chocolate acompañada de helado de menta, fiel a mi estilo. Lo primero era ligero, la bomba de chocolate quizá fue un poco empalagosa, pero el helado de menta le iba muy bien. 

La conclusión es un sitio bastante agradable y recomendable que intenta vender la imagen de "lugar exclusivo" pero que en realidad es comida tradicional con una buena presentación. Con el tiempo repetimos y la segunda vez no fue tan satisfactoria aunque quizá porque era fin de semana a la hora de comer. 

Como último detalle cabe destacar la amabilidad de los camareros que accedieron a poner una vela en los postres y hasta cantaron el cumpleaños feliz no sabiendo que estábamos celebrando en realidad nuestro aniversario, pero no podíamos quitarles la ilusión. 
 
Nota: 8



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